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¿Quiénes son los ganadores de los Premios de Matemáticas 2019?

Por: Sara Padilla

El Congreso Colombiano de Matemáticas fue la ocasión para reconocer el trabajo de tres colombianos que han pujado por la disciplina en el país.

Federico Ardila, Myriam Acevedo, y Juan Carlos Galvis tienen en común dos cosas: la devoción necesaria para haberse dedicado a las matemáticas y el honor de haber recibido el galardón de los Premios de la Sociedad Colombiana de Matemáticas (SCM), en el vigésimo segundo Congreso Colombiano de Matemáticas, que este año se celebra en Popayán.

Ardila, Acevedo y Galvis se suman a la lista de matemáticos que, desde 1989, han sido premiados por esforzarse en sacar lo mejor de la matemática, una disciplina invisibilizada en el país. Bernardo Uribe, Presidente de la SCM, insiste en que “esto demuestra que hay gente haciendo cosas por esta ciencia y que se pueden hacer muchas más. El premio sube el autoestima, te llena de energía y te hace desear que un estudiante tuyo vaya para allá”.

El Premio Nacional de Matemáticas 2019 se lo llevó Ardila; Juan Carlos Galvis fue escogido ganador del Premio José Fernando Escobar a la Investigación en Matemáticas; y Myriam Acevedo fue la persona que eligió el comité ad-hoc para  entregar el Premio José Celestino Mutis a la Enseñanza de las Matemáticas

Como presidente de la Sociedad, Uribe dice que estos “son premios que les abren las puertas a las personas, y como se otorga cada dos años y solo somos 500 o 600 matemáticos, dignifica la profesión. De hecho, nos llegaron postulaciones de matemáticos que no están en el país, precisamente, porque consideran valioso ganarlo”.

Federico Ardila: el activista de las matemáticas

Federico Ardila entendió que la matemática podía ser un juego cuando participó en las Olimpiadas Colombianas de Matemáticas. Lo que encontró ahí no se parecía en nada a lo que había visto en las aulas: órdenes, leyes, teoremas, en fin, un universo incuestionable. “Las matemáticas se enseñan de una manera muy mecánica, yo diría que casi que tiránica”, dice Ardila, “te dicen ‘siga las instrucciones’, y a mi de pelao  no me gustaba que me dijeran qué hacer, pero con las Olimpiadas me di cuenta que la matemática es una herramienta para analizar las cosas por uno mismo y decidir qué pensar”.

Federico decidió jugarse la vida con las matemáticas apostándole a ideas poco convencionales. Pero antes de eso, estudió el pregrado, se hizo matemático, entrenó a chicos y chicas de la selección colombiana para las Olimpiadas matemáticas y viajó a Estados Unidos por un doctorado en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Como muchos, pensó que era cuestión de unos pocos años para estar de vuelta en Colombia, pero, como otros tantos colombianos, recibió una oferta de trabajo y prefirió quedarse. “Entonces yo dije, ‘miércoles, está muy chevere el trabajo acá pero quiero seguir en contacto con Colombia”.

Se le ocurrió crear una escuela de combinatoria para estudiantes de Colombia y San Francisco: “ahí fue que fundé una cosa que yo llamo la San Francisco State Colombia Combinatorics Initiative”. Ahí empezó dictando cursos conjuntos con estudiantes de San Francisco y de Bogotá, hicieron talleres de investigación, dirigió tesis aquí y allá, profesores estadounidenses viajaron a Colombia y estudiantes colombianos visitaron Estados Unidos. “Se trataba de crear una comunidad activa y entregada. De a poco hemos podido involucrar más gente y crear una masa crítica de gente comprometida”.

Ardila recibió un premio de la National Science Foundation que le permitió seguir financiando esta iniciativa: ofreció cursos cada año, trajo a los mejores profesores del mundo al país, llevó la escuela a otras ciudades y formó estudiantes que hoy son profesores: “hay un encuentro que se llama Días de combinatoria, que se hace cada dos años. Este no lo organizo yo, sino estudiantes míos que participaron en el encuentro de combinatoria.  La idea de esto es hacerlo aún más regional y de verdad llegar a todas partes y atraer gente”.

Quizá, ese es el mayor propósito de Ardila, democratizar la matemática y sus caminos. “Yo sí pienso que la matemática, la ciencia y la educación son herramientas de igualdad que pueden hacer una diferencia en la sociedad. El objetivo de este proyecto, a largo plazo, es darle acceso a distintas comunidades. Pero este trabajo se tiene que hacer en muchos niveles, yo empecé por el nivel que más conozco, que es el de las matemáticas”.

El premio a Federico Ardila es un reconocimiento a su trabajo constante por las matemáticas. Pero, más allá de lo obvio, el galardón es una celebración a las convicciones y creencias vanguardistas de un matemático que le apuesta a vivir el aprendizaje de la misma manera en que se vive un juego.

“Uno no hace estas cosas por los premios, uno está trabajando porque cree en algo y le gusta hacerlo, pero sí es muy bonito y es un honor que la comunidad colombiana vea lo que uno está haciendo y lo reconozca. Y para mi es muy especial porque, aunque yo estoy fuera, me conmueve que la gente diga ‘sí, vemos lo que este tipo está haciendo y como que sí está contribuyendo’”.

Juan Carlos Galvis: un pionero de las matemáticas aplicadas

Los matemáticos usualmente hacen dos cosas: enseñan e investigan. Juan Carlos Galvis, galardonado con el Premio José Fernando Escobar a la investigación en Matemática, hace ambas desde un terreno inexplorado en Colombia:  el de las matemáticas aplicadas. Galvis es de los pocos investigadores en el país que dedican sus horas a resolver problemas de la vida real juntando y separando números: “en mi campo particular trabajo con temas relacionados a la dinámica de fluidos. La matemática puede ayudar a entender cómo se desplaza el fluido, a hacer predicciones y a sacar la mayor información posible de los datos. Eso tiene muchos usos en Ingeniería de Petróleos y en temas hídricos”.

Galvis, oriundo de Sahagún, Córdoba, dice que llegó a las matemáticas por pura casualidad. De joven no imaginaba dedicarse a una ciencia tan pura.  Pensaba que su destino vendría con la marca profesional de alguna ingeniería: la de sistemas era la que en ese entonces le gustaba. Sin embargo, en la Universidad de Cartagena, donde iba estudiar, no tenían el programa: “y lo más cercano que encontré fue matematicas, entonces me inscribí ahí”.

Galvis ve esa casualidad como una de sus mejores decisiones. Pues, luego, terminó el pregrado, viajó a Brasil por maestría y doctorado en el Instituto de Matemática Pura y Aplicada y allí empezó a entrenarse como investigador de problemas relativos a las dinámicas de fluidos. Luego, “me invitaron a trabajar en ese tema en la Universidad de Texas A&M, y ahí fueron cuatro años haciendo solo eso, trabajé tanto con matemáticos como con ingenieros de petróleos y estadísticos, era un grupo muy interesante”.

La investigación matemática, de la mano de Juan Carlos Galvis, corre por un camino excepcional que convoca al trabajo de los jóvenes matemáticos colombianos. “A mí lo que más me alegra es que este reconocimiento me ayuda a publicitar el tema de la matemática aplicada entre la gente joven. Nosotros en la Universidad Nacional tenemos muchos temas, pero poca gente involucrada, necesitamos más estudiantes”.

La propagación de enfermedades como la fiebre aftosa, modelados en campos de petróleo y la dinámica de fluidos son algunos de los problemas que le ocupan a Galvis y a un grupo de matemáticos de la Universidad Nacional de Colombia, que trabajan convencidos de que vale la pena trascender el purismo de esta disciplina.

Myriam Acevedo: una mentora en la enseñanza matemática.

Myriam Acevedo representa una época trascendental para la matemática. Su nombre simboliza el esfuerzo burocrático que muchos profesores e investigadores tuvieron que asumir, en plenos sesenta y setenta, para impulsar el desarrollo del estudio de esta ciencia.

Qué se debe enseñar y cómo hacerlo, fueron dos de las preocupaciones que ocuparon a esta maestra: Myriam escribió textos al respecto, trabajó con el Ministerio de Educación e hizo parte de comisión que elaboró libros escolares para la enseñanza.

Sus motivaciones no fueron gratuitas. La Escuela Normalista Superior, donde cursó sus estudios como bachiller, había sembrado la semilla que cosecharía sus decisiones futuras. Por eso, cuando debió  elegir universidad y carrera, optó por la Licenciatura en Matemáticas en la Universidad Nacional. “Ahí empezó mi proceso y nunca más salí de la Nacional, la maestría y todo lo cursé ahí”.

Aunque Myriam es testigo del progreso de la disciplina, sostiene que aún hay vacíos por llenar: “la formación básica todavía tiene dificultades, por eso para mi es muy importante que se reconozca en la sociedad la importancia de apoyar la educación primaria. El hecho de que los maestros no hayan comprendido el significado de la naturaleza de la matemática hace que los niños encuentren muy difícil el área”.

En pocas palabras Myriam Acevedo es una maestra de la enseñanza de las matemáticas. Reconocerle con el Premio José Celestino Mutis a la Enseñanza de las Matemáticas es, ante todo, un agradecimiento.

“Para mi es un honor muy grande porque este premio lo habían ganado profesores míos: José Fernando pérez, María Lozada, Alberto Campos, Hernando Pérez, personas que ayudaron en mi formación. Yo hice mucho trabajo en programas de formación docente de la Nacional, en ese programa tuve contacto con maestros de todos los niveles y los ayudé con programas para niños. Para mí esto es un reconocimiento a la labor docente que desempeñé en la Nacional y a labor de extensión que realicé con maestros para apoyar la educación matemática en el país”.